lunes, 18 de mayo de 2009

Un mundo sin importancia. Por Arthur stone.

Si un día, frívolamente nos preguntan, y estando inspirados queremos contestar, hablaremos, por ejemplo, de nuestra profunda indeferencia hacia los signos, o sobre el cansancio astral por los turistas, o del tedio celeste ante las leyes o de la aversión contra las matemáticas, las autoridades, las fronteras y los imperios.
Un conejo sale corriendo mientras tanto con mi total aprobación y se esconde no sé donde. Todo parece tener sentido por un vago momento.
El mismo desdén sobre las noticias, las confabulaciones, las dictaduras y las guerras.
La TV se extiende por todos los rincones, pero incluso el silencio rosa descansará en el rencor mismo de una mirada escéptica ante la vuelta de los famosos, los coches de lujo, las bellas mujeres, las revistas del corazón y las riquezas levantadas sobre la promesa de un cutis inmejorable, del perfume irresistible o por el beneficio neto de los planes de adelgazamiento con improbables garantías.

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