jueves, 19 de marzo de 2009

Los olvidados de Luis buñuel

He disfrutado mucho viendo este drama social, que mantiene siempre la tensión hasta el final y demuestra que el genio aragones podía saltar del mejor surrealismo a al realismo de más bella factura y todo sin la apariencia del menor esfuerzo.
Varios guiños, como cuando los personajes sueñan y la película entra en su interior nos recuerdan que ya había sido antes un maestro de lo onírico, pero sin salirse demasiado de la historia, sin pasarse, con gran sentido del tempo...
Luego vemos reminiscencias del Lazarillo de Tormes con ese ciego tan grotesco que apunta lo universal de la literatura española y todo con aire de cuento moral con un lejano aire atávico.
Es una obra maestra que te deja tan buen sabor de boca que cuando termina sigues pensando en ella un buen rato.
Los suburbios de la ciudad. Hace poco he leído un libro que ha pasado años desprecidado en mi mesita de noche, una pena. El caso es que me lo mandaron leer a la fuerza en el instituto y le cogí manía. De todas formas Tiempo de silencio me ha parecido una obra muy compleja y demasiado madura para un joven de diecisete años. Ahora que tengo treinta y tres puedo luchar contra la densa muralla de palabra que magistralmente Luis martín santos va tejiendo con increíble profusión.
La ratas, las chabolas y probablemente un régimen insensible que nadie tiene tiempo ni ganas de criticar a menos que se haga de soslayo.
Todas las tramas de la vida que van revelando sutilmente atrapándote apenas sin que te des cuenta.
Los olvidados es una obra con ese mismo aire maldito. Sin embargo una extraña fascinación se va deslizando poco a poco entre el premoritorio final. Hay algo bello en la crudeza de su personajes y en su juego cómplice.
Creo que era una de las preferidas de Julio Cortazar y no me extraña, porque Buñuel tan fresco como siempre demuestra una vez más su priviligiada manera de captar el lado oscuro de la mente humana y sin renunciar en ningún momento a la lucidez deja de escena en escena un rastro de perfume a sublime delicadeza.

3 comentarios:

  1. Hay muchas escenas memorables de esa gran película. El niño esperando el regreso del padre, la amistad entre los niños, la escena surrealista del sueño, la nterpretación fabulosa de la madre, el falso espejismo de un centro donde por fin podría labrarse un futuro, y el drama constante de todos y cada uno de los personajes.
    En cuanto a Tiempo del silencio, no lo he leído, pero siempre me han hablado con mucha pasión de ese libro. Lo mejor que podemos hacer para mejorar nuestra escritura es leer a nuestros precedentes inmediatos, la literatura de la posguerra en España y no solo la poesía de Blas de Otero o Gabriel Celaya, sino la prosa, y a ver si leo pronto a Juan Benet.

    Cortázar, además de buen escritor, tenía un gusto muy bueno, no me extraña que elogiara a Buñuel.

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  2. Yo lo leí en su día. Si te digo la verdad, no me impresionó mucho; puede que porque ya conociera los recursos de la narrativa experimental, como se dió a llamar lo que no era otra cosa que la aplicación en España de los avances de la Literatura Modernista inglesa (que nada tiene que ver con el Modernismo español: todas las innovaciones en cuanto al narrador y sus perspectivas, la manipulación del tiempo, que se fracciona y se redistribuye a lo largo de la narración, etc. fueron por primera vez aplicadas- con la excepción de Tristam Shandy, escrita en el siglo XVIII, que aún hoy deja en bragas a los textos surrealistas más osados) con cincuenta años de retraso. La historia en sí no me provocó el más mínimo interes, pero es una valoración totalmente personal- la técnica narativa es maravillosa.
    Tengo "Tiempo de destrucción", que Luis Martín Santos dejó inconclusa (y que según os entendidos es genial), pero aún no me he puesto con ello.

    Saludos!!

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  3. Hay un momento tremendo, revelador, en 'Los olvidados', aunque puede llegar a pasar desapercibido. Sucede en la granja escuela en la que internan a uno de los chicos protagonistas. En un rapto de ira, mata a una gallina y tira los huevos. Uno de los huevos se estrella contra el cristal de la cámara y queda chorreando, justo delante de nuestros ojos.
    Pudo ser algo accidental, aunque en cine siempre hay que desconfiar de lo que parece accidental. Lo importante es que, accidental o no, Buñuel quiso que eso quedase en la película. Y esa imagen continúa la brutal alusión al espectador que suponía, veinte años antes, la navaja rasgando el ojo en 'Un perro andaluz'. Lo que está pasando en la pantalla nos implica, nos salpica, nos rompe.

    Un abrazo. Espero que tu blog te dé y nos dé buenos ratos.

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