miércoles, 3 de junio de 2009

El chino. Por Arthur stone.

Apareció en la carretera vieja. Era el cadáver de un chino."_ Joder todos los chinos son iguales" pensó Paco. Estaba indocumentado y sospechaban que venía de un chalet a varios kilómetros de distancia por un asunto de drogas, pero claro todo eran hipótesis. Era domingo y su posición de jefe le permitía ciertos privilegios, estaba escuchando "el largero" sin mostrar demasiado respeto por el difunto de cuerpo presente, a la espera de que llegara el juez para el levantamiento. La verdad es que a lo largo de su carrera había conseguido mantener una imagen impecable y era muy apreciado por sus compañeros. Era bueno en su trabajo y había ascendido porque era lo suficientemente prudente para dejar que las decisiones importantes las tomarán otros. Los años de experiencia le habían hecho adoptar un aire flemático ante cualquier hecho, máxime después de su esposa enfermara muy joven de una enfermedad nerviosa, que para el resto de los mortales sería calificada lisa y llanamente como estupidez. No en vano le tocaba a él hacer la comida y las tareas de la casa además de cuidarla. ¿Qué si no tenía asistenta? La tenía, pero también tenía que hacerse cargo de su madre y de las hermanas de ella que todas eran octogenarías, además de su propia hija que ahora estaba en plena adolescencia.
La verdad es que Paco se estaba pensando muy seríamente acogerse a la antigua ley del estado que le facilitaba la prejubilación a los cincuenta seis años, la edad que ahora mismo tenía.
-Ah! dijo su subordinado, quizá se lo han cargado para hacerse con su pasaporte amparándose en el parecido físico...

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